Aglomoco

Bienvenidos al torcido mundo de mi creación, Aglomoco ¡Recuerden! Comentad o les arrancaré el higado!

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Location: Río Bueno, X región, Chile

La historia se ha escrito con sangre y a punta de espada. A mi siempre me a interesado la historia, siendo una de mis grandes pasiones, pero como la historia esta cargada de guerras, revueltas, revoluciones e invasiones, empezé a buscar saber más sobre las guerras y batallas. De esa manera, actualmente, soy un apasionado de la historia belica, así tambien de sus armas y fortificaciones. Aparte de ello, me interesan los juegos de rol, que aunque nunca he jugado ninguno, soy el master de uno inventado (bastante informal, pero a fin de cuentas, poco me importa y a los que lo juegan). Este juego de rol, ya va funcionando desde 10 años más o menos, y en su momento pick, tuvo 70 personas, cosa que por ridicula que sea me enorgullese. Por ahora, estudio, si así se le puede llamar a lo poco que hago con respecto al colegio. "Incursores Kanovs" es una novela que estoy escribiendo, se puede considerar como una tipica historia de estilo "espadas y brujeria", pero relativo a mi juego y mi mundo, Aiers o Aglomoco, como prefieran mencionarlo. "Guerra de Fronteras" es mi primera novela gráfica y trata principalmente de la vida y campaña en el crucero de Nortenz "Skadi"

Tuesday, December 19, 2006

Incursores Kanovs, Cap 7.Part 1 "Tol-Iznea"

Tol-Iznea

-Woah… esto en serio es alto-

-¿quieres callarte de una vez?-

-esta bien, esta bien- dijo Rikka, mientras miraba embelesada las nubes que se encontraban bajo ella.

-¿Qué tan alto estamos?- le preguntó entonces al jinete de grifo, que cada vez estaba más molesto, pero intentaba ignorarla, seguir guiando al grifo y mantenerse en la formación, pero la prisionera que llevaba en el anca del grifo, en vez de estar aterrorizada por su primer viaje en esa criatura parecía disfrutarlo.

-pues, estamos lo suficientemente alto, que si caes “casualmente” del grifo, vas a gritar laaaargo rato antes de escuchar el “plaf”-

-¿Qué “plaf”?-

-el de tu cuerpo rompiéndose en el suelo a una velocidad inimaginable si no te callas de una vez y dejas de hacer preguntas estúpidas, ¿entendiste?-

-bueno-dejo de hablar. Aunque tenía las manos atadas e iba en calidad de prisionera a Tol-Iznea, era increíble para ella poder volar en aquella magnifica bestia por la bóveda celeste.

Vio a los otros dos grifos, que volaban en una perfecta formación, quedando encantada de la belleza de esas criaturas y de su elegante vuelo. También veía a la Capitana, que dirigía el grupo y a Maia, que estaba en la misma posición que ella, atada a la montura del grifo en sus ancas, pero a diferencia de ella, no parecía disfrutar para nada el viaje.

Después de un largo viaje, pudieron ver aparecer entre las nubes allá abajo, muy abajo, los muros de Tol-Iznea. Los grifos. Guiados por sus expertos jinetes bajaron en perfecta formación, sobrevolando la ciudad poderosamente fortificada y rodeada por grandes e imbatibles muros de piedra, con una enorme puerta de hierro flanqueada por sendas torres, la ciudad más grande y capital del reino Lordnord, con más de doscientos mil habitantes, de todas las razas y especies que habitaban aquellas tierras. Desde el aire, desfilaban ante la vista de Rikka y Maia grandes casas de varios pisos pertenecientes a Belfos, humanos y warfs, los castillos de piedra levantados por artesanos warfs contratados por los nobles del reino, las universidades y academias, frecuentadas por gente de todo el continente y las mansiones y villas lordnord, construidas, al iugual que la fortaleza en el bosque, en los sendos árboles Sol-Arm.

Ante ellas, se desplegaba la vista de la asombrosa urbe, de una extensión in imaginada para Maia y más grande aún de lo que creía Rikka había pensado.

Los Grifos fueron conducidos entonces hasta el castillo real y las aulas del concejo, una enorme y fastuosa edificación, digna de ser envidiada incluso por los señores Hochbelfos de allende los mares.

Aterrizaron en un suntuoso patio, donde rápidamente unos pajes con la librea real ayudaron a desmontar a la capitana y llevaron los grifos a los establos.

En eso se acercó un general Leonida vistiendo una reluciente armadura y una capa roja, que lo acreditaba como pertenenciente a la exclusiva orden de los Lion Palad, la guardia de su majestad el rey de Tol-Iznea y el concejo, que preguntó, cortante a la Capitana:

-¿Qué te trae aquí, oh capitana Sharoe, que te aleja de tu cuchitril perdido en medio de la nada?-

La miraba despectivamente, sabiéndose netamente superior gracias a su rango.

Sharoe se cuadró y saludo al Lion Palad, pero de mala gana.

-Mi general, me traen asuntos de importancia desde la frontera, que tengo que tratar con el concejo y el rey.-

Al escuchar esto, el general dio la vuelta, partiendo en dirección al castillo, mientras decía

-el rey esta muy ocupado como para entrevistarse con cada capitancillo que viene de la frontera a llorar sus problemas.-

Sharoe se irritó por el trato que recibía del Lion Palad, pero no hizo nada, pues era normal aquel trato entre los Leonidas y los demás Lordnord, pues se sentían estar demasiado por encima de los otros Lordnord, debido a ser ellos los fundadores del reino, y sobre todo durante la última administración, los Leonidas se habían vuelto cada vez más insoportables y vagos, desde el Rey hasta el más insignificante noble, y no solo eso, si no también corruptos y acomodados.

Un claro ejemplo de ello era la corte real y el concejo, donde solo se llegaba agradando al rey y sirviéndole en todos sus caprichos y no presentando ni intentando solucionar los problemas del reino.

Era hasta tal punto así, que el rey, para no enfrentar los problemas que vivía el pueblo y el reino se había encerrado entre concejeros que solo se dedicaban a alabarlo, y cada oficial, concejero o ministro que intentara poner en su agenda de fiestas y banquetes los problemas del reino eran destituidos y reemplazados por otros, pues de esa manera no tenía que enfrentar todos esos problemas, mientras que el concejo, la más alta institución del reino, que solo se encontraba bajo el rey estaba compuesta por un montón de ancianos duques, barones y nobles, que vivían pelando entre sí, sin solucionar jamás los problemas del pueblo y el reino, entregados únicamente a intrigas palaciegas y debates interminables, mientras la corte del rey, alguna vez simple, como los orígenes de ese reino fundado por unos cuantos cazadores nómadas de los bosques ante la amenaza de los Draak Harg, se iban entreverando cada vez más, creándose un complicado …………

Aceptaba pues el trato, pues sabía que tenía que cumplir una misión más importante, por el bien del reino y de sus hombres, que combatían en la frontera a los numerosos invasores, por lo que acalló su ira y llamó al Lion Palad, antes que entrara al castillo.

-O, mi noble señor, no es a eso solo lo que vengo, si no que también tengo un presente para el rey.-

Eso gatillo un cambio de actitud del general, que a pesar del cargo que ostentaba, en la practica solo recibía a los visitantes y los despachaba, aceptando o rechazando las entrevistas que pedían para el rey, y este le había ordenado no aceptar a nadie que no trajera el regalo correspondiente a su majestad, por lo que al saber esto le dijo, pero sin perder la arrogancia de su tono.

-Iré a decirle al rey que le piden una visita.-

Después de decir eso entro en el castillo, volviendo unos minutos después, haciendo pasar a la capitana Sharoe y su comitiva.

Ingresaron entonces al castillo, pero frente a una hermosamente tallada puerta de maderas nobles, el general detuvo a Sharoe.

-El rey esta en una importante reunión con el concejo, discutiendo importantes asuntos del estado, por lo que no puede atenderte, así que espera aquí, hasta que te ordenen lo contrario.-

Después de eso entró por la puerta, cerrándola.

Sharoe les ordenó a sus dos soldados que se arreglaran un poco, mientras ella hacía lo mismo, pues sabía lo importante que consideraba el rey la presentación y que se podía sentir que insultaban su dignidad si no estaban bien aseados, por lo que pidió a unos pajes que ahí estaban que trajeran algo de agua, con lo que se lavaron y ordenaron sus ropas. Maia y Rikka mientras tanto eran vigiladas por dos guardias del castillo, y Sharoe les ordenó tajantemente que también se arreglaran un poco.

Después de eso esperaron cerca de media hora frente a la puerta, hasta que se abrió levemente la puerta, asomando la cabeza de un paje.

-disculpe capitana, pero la reunión se a extendido, pues es un asunto de extrema urgencia.-

Esperaron así, de pie frente a aquella puerta, durante un par de horas, hasta que la puerta fue abierta de par en par por el general Lion Palad.

-Ahora pueden pasar-

Entraron entonces Sharoe, sus dos soldados, Rikka y Maia escoltados por cuatro guardias Leonidas, vestidos con unos vistosos uniformes y las brillantes capas rojas de la guardia real.

En el Gran Salón del castillo real de Tol-Iznea aún se veía los vestigios de la importante reunión del estado llevada a cabo por el rey y el gran concejo, pues numerosos pajes retiraban los restos de una enorme orgía, ayudando a levantarse a algunos nobles que dormían en el suelo, totalmente borrachos, mientras el rey estaba sentado en un fastuoso trono de oro y piedras preciosas, cubierto con finos cojines de seda, rodeado de numerosas concubinas y la reina.

Los miembros del concejo, desinteresados de aquella miserable capitana de algún puesto fronterizo sin importancia dormían o charlaban ruidosamente.

Maia y Rikka, siguiendo las ordenes de los soldados de Sharoe se arrodillaron a veinte pasos del rey, quedándose en esa posición al igual que Sharoe y sus escoltas, hasta que el rey hizo un gesto, sin expresar demasiado interés.

Habló entonces Sharoe, sin levantarse.

-Saludos, o excelentísimo y amado rey de todos los Lordnord. Vengo desde muy lejos, del fuerte de Griah’khoambo con noticias de gravedad.-el rey no mostraba entonces ningún interés en lo que le decían, sino más bien en su copa de oro y esmeraldas semi vacía. Entonces Sharoe continuó.-También he traído a su majestad un presente de tan lejanas tierras, que es humilde e insuficiente para su majestad.-

Con eso logró atraer la atención de el rey, que la miraba curiosamente, mientras se preguntaba cual sería el regalo, pero entonces la capitana Sharoe le dio a conocer en puntos cortos y precisos la situación que se vivía en la frontera, de las invasiones he incursiones de Draak Harg y K’nir, de los ataques sufridos por las guarniciones y del creciente numero de monstruos y feroces bestias, que aterrorizaban aquellas comarcas.

El rey prestaba atención, solo en espera de su regalo, pero lanzaba unas miradas molestas al general que había recibido y dejado pasar a Sharoe, pues ahora tenía que escuchar su acalorado discurso.

Una vez que había callado Sharoe, la sala quedo en un silencio incomodo, y el rey tubo que romperlo.

-ehm..ejj… ministro Sorenosh…- se acercó entonces al trono un anciano Leonida regordete- ¿No era que habíamos firmado un tratado de paz con los K’nir tan solo el verano pasado?-

El ministro asintió gravemente, y dijo con una voz un tanto chillona, que era de esa manera, que exactamente el verano pasado se había cerrado un trato con aquella jauría k’nir que la capitana decía que la atacaba, lo que era improbable e imposible, pues decía que aquellos perros salvajes no osarían si quiera amenazar al reino de su majestad.

-Pero para ellos el pacto no vale nada… a sido tan útil como los anteriores veinte veces, de nuevo han tomado las armas en contra de su majestad- le repuso Sharoe al ministro.- Los K’nir son así, por mucho que hagamos tratados, les demos concesiones, alimento, mercaderías y zonas de caza, siempre vuelven a atacar, por que no el rey no responde con la fuerza necesaria para amedrentarlos, que sería lo único que los detendría, por eso le digo que necesito más tropas para enfrentarlos y acabar de una vez con esta situación.-

-Eso no es así- repuso el ministro- esos salvajes JAMÁS se atreverían siquiera a romper un tratado con su majestad, y los pactos que hemos hecho hasta ahora con ellos han demostrado en múltiples ocasiones lo útiles que son. Usted solo esta pidiendo más recursos y tropas por que con las que tiene no es capaz de resguardar la frontera de simples maleantes y bandidos que actúan en solitario.-

Para respaldar su opinión, el ministro empezó a declamar unos datos de cómo en todo el reino ese tipo de problemas se habían solucionado, y tan solo en su zona se suscitaban problemas con los ladrones, y tambien estadísticas de lo beneficioso de los pactos y tratados.

El rey escuchaba, aburrido nuevamente, y Sharoe, dándole cuenta de que el rey obedecería a su ministro tan solo para no actuar, le presentó al rey el regalo que había traído.

Maia y Rikka hasta ese momento, a pesar de estar arrodilladas, sin moverse durante largo rato, habían estado mirando impresionadas el lujo del gran salón y de la corte.

Maia observaba en ese momento al rey, un lordnord de edad avanzada, pero no viejo aún, con el pelaje dorado, pero deslucido, y con una frondosa melena de oro, pero con varias canas. Pensaba en su fuero interno, que para ser el rey de todos los Lordnord no era muy impresionante, más bien bajo para ser un Leonida y un tanto gordo, debido a sus continuas fiestas y orgías, cuando Sharoe la hizo levantarse, al igual que a Rikka.

Las guió entonces frente al rey, donde se quedaron paradas, frente a la nuevamente mirada curiosa del rey.

-Este es su majestad el regalo que le he traído. Dos jóvenes cazadoras Lordnord del salvaje sur.-

El rey se levantó entonces de su trono y se acercó a Rikka y Maia, y mientras caminaba en torno suyo, observando interesado su regalo, pues nunca había visto a “salvajes nómadas del sur”, por lo que, para agradecer el presente dijo:

-Capitana….-interrogó a su ministro con la mirada un momento, que le dijo el nombre- …Capitana Sharoe, usted ahora cuenta con plenos poderes en su región para actuar como le parezca, para que refuerce el tratado de paz con los K’nir y detenga el ataque de los bárbaros Draak Harg. Para llevar a cabo esto pondré dentro de muy poco tiempo bajo sus ordenes toda una nueva compañía de soldados y los recursos como para negociar con los K’nir.-

Al terminar de decir esto hizo un gesto, y la capitana y sus dos escoltas abandonaron la sala, después de hacer tres reverencias.

Apenas se había cerrado la puerta del gran salón tras de ella que lanzó una maldición.

-¡con los mil demonios! Todo este viaje no fue por nada- exclamó Sharoe

-pero señora, el rey dijo que le daría toda una compañía como refuerzo y muchísimos más recursos- le repuso uno de sus soldados.

-Ja ja. Son las mismas promesas huecas de siempre que antes hacía el concejo, ahora lo hace el rey. Para poder controlar la situación no se necesitarían una compañía más, sino unas diez, y se niegan a entender que los K’nir solo hacen pactos para recibir todos esos recursos que les damos a cambio de la paz para seguir atacándonos.

¡Maldita sea! Abandoné mí puesto solo para dar un paseo por Tol-Iznea. Tenemos que volver a Griah’khoambo ahora mismo.-

-¿no vamos a dormir siquiera esta noche?- preguntó uno de los soldados, a lo que Sharoe le respondió fieramente:

-¿para que mientras dormimos aquí, allá en Griah’khoambo atacan y queman las aldeas y son exterminados todos, todo por que nos fuimos a pasear a Tol-Iznea? Si tu quieres esa carga de conciencia, es tu problema, no mió-

Llegaron al mismo patio, cuando ya había anochecido y llamó a gritos al mozo de cuadra, que trajo los grifos y volaron por la noche, con la luz de la luna iluminando su partida, de vuelta a la frontera y la guerra.

* * *

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