Aglomoco

Bienvenidos al torcido mundo de mi creación, Aglomoco ¡Recuerden! Comentad o les arrancaré el higado!

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Location: Río Bueno, X región, Chile

La historia se ha escrito con sangre y a punta de espada. A mi siempre me a interesado la historia, siendo una de mis grandes pasiones, pero como la historia esta cargada de guerras, revueltas, revoluciones e invasiones, empezé a buscar saber más sobre las guerras y batallas. De esa manera, actualmente, soy un apasionado de la historia belica, así tambien de sus armas y fortificaciones. Aparte de ello, me interesan los juegos de rol, que aunque nunca he jugado ninguno, soy el master de uno inventado (bastante informal, pero a fin de cuentas, poco me importa y a los que lo juegan). Este juego de rol, ya va funcionando desde 10 años más o menos, y en su momento pick, tuvo 70 personas, cosa que por ridicula que sea me enorgullese. Por ahora, estudio, si así se le puede llamar a lo poco que hago con respecto al colegio. "Incursores Kanovs" es una novela que estoy escribiendo, se puede considerar como una tipica historia de estilo "espadas y brujeria", pero relativo a mi juego y mi mundo, Aiers o Aglomoco, como prefieran mencionarlo. "Guerra de Fronteras" es mi primera novela gráfica y trata principalmente de la vida y campaña en el crucero de Nortenz "Skadi"

Tuesday, December 19, 2006

Incursores Kanovs, Cap 5.Part 1 "Tuska"

Tuska

Después de dos meses, Maia y Rion se encontraban haciendo leña al borde del claro, cuando llegó una gran caravana al puesto de intercambio. Rion y Maia, acostumbrados ya al tráfico por el puesto de intercambio, no le prestaron mucha atención, deteniendo sus actividades tan solo un momento, en el cual echaron un abreve mirada, descansaron un instante antes de proseguir su trabajo.

Pero desde la caravana que subía la colina, un desconocido los observaba, tal vez con demasiada atención.

Maia se sintió observada, y miró rápidamente a la colina, donde veía resaltar contra el fondo la alta silueta encapuchada de quien los observaba tan cuidadosamente. Sostuvo con el extraño un rato la mirada, hasta que este dio la vuelta y siguió su camino

-que tipo más extraño- comentó Maia, mientras volvía a coger el hacha

Rion se detuvo un rato, mientras sudaba copiosamente.

-ese tipo me da escalofríos…realmente me da muy mala espina-

Ferstich, al oír la llegada de la caravana salió presuroso de la letrina, mientras se subía los pantalones. Miró un rato la caravana, compuesta por unas 40 personas, realmente la mayor caravana del año, con carretones pesados de dos ruedas, caballos y Kazaaks, además de mulas. Busco en medio de aquella multitud algún reconocido, hasta que encontró a uno que destacaba por su altura entre los comerciantes, que iba encapuchado de negro y llevaba un turbante sobre su cabeza, que dejaba en sombras su rostro. Ferstich, que aunque el encapuchado era alto el le sacaba dos palmos de altura, fue campante y lo saludó.

-Pero si no es mi buen amigo Turka’hidizzha-

Le extendió cordialmente una mano al encapuchado, que no se movió en absoluto, sin reaccionar a su saludo. Ferstich se rascó entonces la cabeza.

-¿y que tal tus negocios? Hace más de año y medio que no te veía por acá. ¿Anda floja acaso la cosa? Pues para mí si que son malos tiempos… por lo que no creo que pueda hacerte precio esta vez por el forraje para tus animales y hombres.-

Lentamente, sin escucharlo y mientras Ferstich se perdía en una inútil perorata, el encapuchado se quito la capucha y se descubrió la cabeza, quedándose solo con el turbante negro. Tuska’hidizzha era un alto y robusto hibrido de Draak Harg y Siggo. Sus escamas eran duras y de un color verde oscuro, apagado y viejas, con el cambio de piel a medias. Sus ojos eran de un amarillo que inspiraba poca confianza, y su cara estaba surcada por heridas y tenía marcas de alguna antigua enfermedad.

Bajo su capa se podía adivinar el contorno de un alfanje.

-Ferstich, cállate de una vez. Quiero alimentos para mis hombres, animales y mercancía, y en ese orden, ¿entendiste maldito retrasado cabeza de tronco?-

-bueno, pero eso te saldrá unas 7 Tareagas-

-3 Tareagas-

Ferstich se rascó la cabeza, nervioso. Tuska’hidizzha siempre lo ponía nervioso, sobre todo como al hacer aquellos tratos llevaba la mano debajo de su túnica y sostenía ostensiblemente bajo la ropa su enorme alfanje.

-pero hombre, si te las vendo a 7 Tareagas ya tengo perdida, y están a ese precio solo por que somos amigos-

Tuska le lanzó una fría mirada, antes de reír con una risa maligna, metálica.

-¿tu, saco de sebo, ser mi amigo?- balanceó su alfanje bajo la túnica, para que Ferstich lo viera, y mientras que lo miraba con torva mirada le dijo.

-2 Tareagas. Si me pides una más tendré que buscar por mi mismo en este puesto insignificante y harapiento lo que necesito, y cuando me vaya, ni este sucio pedazo de porquería tendrás, y si no me lo das rápido, ni tu insignificante vida.-

Tuska, aunque tenía poco marcado el acento característico de los Draak Harg cuando hablaban otros idiomas, lo ocupó concienzudamente en su amenaza. La lengua de los Draak Harg, con su seseo marcado normalmente servía para intimidar a aquellas “especies subdesarrolladas”.

Ferstich rápidamente se apresuró a cumplir sus órdenes, después de haber recibido de un ayudante de Tuska la paga.

Maia y Rion, que traían la leña recién cortada se encontraron con Ferstich de mal humor.

-dejen eso en el suelo, maldita sea, y vayan a ayudar a Alähuna a servir la comida-

Alähuna y los duendes trabajaban rápidamente en la comida, mientras que Rion y Maia disponían de las mesas. Una vez que estuvo lista la comida se sentaron en las mesas los hombres de Tuska, con este en la cabecera. Empezaron a servir entonces la comida, cuando Maia y Rion empezaron a notar que algo no era normal. Esta vez no eran simples comerciantes nutks o de algún otro pueblo, que siempre se desasían en alabanzas para con Alähuna por su buena mano de cocinera y bromeaban y charlaban alegres, en la mesa, y tal vez su pequeña escolta de hombres armados, en su mayoría simples campesinos, cazadores o leñadores atraídos por la paga.

El ambiente estaba tenso. Comían en el más rígido silencio y tomaban los platos violentamente. Cada uno de los miembros de la caravana llevaban armas, incluso sentados en la mesa, y, cosa nunca vista por Maia y Rion, algunos hasta llevaban cota de mallas y armaduras de placas, y los mismos miembros no eran comunes para aquellas tierras ni de la mejor índole. Habían K’nir de las estepas orientales, oscuros koktos con su lenguaje incomprensible, unos cuantos medio troll, ariscos Kanov y sombríos humanos, y por último varios de los temidos Draak Harg, una raza con la que los Lordnord eran enemigos casi naturales.

Sirvieron entonces la comida con aprehensión. Cuando Maia le fue a servir a Tuska le dejó el plato en la mesa, pero antes que retirara la mano, este se la agarró con su reptílea garra. Maia rápidamente intentó zafarse, pero por más que intentara, no lo lograba, y Tuska cada vez aplicaba más presión, dañando a Maia, mientras la observaba detenidamente. Maia, sin poder soportar más esto le dio una patada en las costillas, gracias a su impresionante agilidad, asiendo que Tuska la soltara. Se alejó entonces rápidamente de él, mientras Tuska la miraba con ojo critico.

Maia, irritada, preguntó a Ferstich si ya habían terminado.

-No, todavía tienen que darle forraje a los animales y alimento a la “mercancía”-

Maia miró extrañada, al igual que Rion…¿alimento a la mercancía?¿y que sería esa mercancía?. A pesar de sus dudas se pusieron a trabajar rápida y eficientemente, ayudados por los duendes.

Les dieron a los animales el forraje y se quedaron un rato viéndolos como comían lenta y tranquilamente su comida.

-Ahora solo falta alimentar la mercancía- dijo la mujer duende con su aguda y desagradable vocecilla, mientras cargaba un pesado caldero, que tenía una sopa aguada.

-Rion, Maia, vengan un momento, tomen esos cuencos y ayuden a repartirlos.-

Rion y Maia se aprestaron a ayudar, sirviendo los cuencos con sopa, pero miraron extrañados a la mujer duende. Ella los miro, un tanto hastiada.

-¿Qué hacen ahí parados? ¡Muévanse!¡muévanse!-

-¿pero a quien hay que servir esta comida?- preguntó Rion, extrañado.

La duende se quejó un momento de lo inútiles que eran, y se fue avanzando con su paso cojitranco a uno de los pesados carromatos de cuatro ruedas, que como todos esos carretones estaba cubierto. Rion y Maia la siguieron, llevando los cuencos llenos, curiosos. La duende se puso en la parte de atrás del carromato y descorrió la cortina.

Maia y Rion miraron a dentro curiosos, pero lo que vieron los impactó y asusto. Dentro del carromato, dentro de jaulas de madera se hallaban seres de todas las especies, géneros y edades, con pesados grilletes de hierro en las manos y pies.

-¿Qué es esto?- preguntó Rion, sorprendido desagradablemente.

-cállate mejor y ayuda a servir.

-¿pero que significa esto?- volvió a preguntar, indignado. Nunca él o su hermana habían sabido de la esclavitud como tal. Ellos conocían a los esclavistas, que eran los que los perseguían en el bosque, pero para ellos los esclavistas solo eran una amenaza, jamás algo tangible, y ni siquiera sabían en verdad por que los perseguían en la selva.

-Pues, son esclavos, la dichosa “mercancía”- le dijo la duende.

Rion se subió de un salto al carromato luego de dejar en el suelo los cuencos. Una niña belfa, de unos cinco años apenas, lo miraba desconsolada. Rion, apenas la vio intentó abrir la jaula y romper las cadenas, pero fue detenido por una mano que se poso en su espalda. Se dio vuelta repentinamente, tras de el la duende lo miraba con reproche.

-¿Qué haces? ¿O eres acaso imbécil? Si intentas liberar a estos desgraciados los esclavistas te convertirían en un tapete, después de descuartizarte y romperte todos los huesos. Esos tipos son seres viles, y no les haría ninguna gracia.-

Maia seguía donde estaba desde que miraron el contenido del carromato, con los ojos muy abiertos, sin reaccionar. Rion se detuvo en sus intentos por un momento y se quedo, dubitativo.

-No se puede hacer nada por intentar ayudarlos sin dejar la piel en ello- dijo la duende- Si en verdad quieres ayudarles a disminuir su miseria ayúdame a darles la comida, que parece que hace días que no prueban bocado.-

Rion no daba muestras de entender del todo y parecía que seguiría en sus intentos de forzar los grilletes, cuando atrás de Maia se presentaron dos esclavistas, dos enormes y ariscos humanos con turbantes negros, a imitación de Tuska.

Uno de ellos preguntó, con voz amenazante que sucedía ahí, mientras que, imitando a su jefe, ceñía su arma por debajo de la túnica. Pero su mala imitación de Tuska era falsa y poco creíble, hasta cómica por su voz un tanto chillona, para quien hubiera observado a Tuska. Pero sirvió para amedrentar a la duende, que respondió, asustada que estaban sirviendo la comida a la “mercadería”.

A empujones logró que Rion y Maia empezaran entonces a repartir los cuencos con la sopa aguada entre aquellos desdichados, que con mirada suplicante alargaban sus manos pidiendo el alimento, sin decir ni una palabra. Pasaron así por cada carromato, dando la comida a los encadenados, siempre seguidos de cerca por los dos guardias. Una vez que terminaron, estos los intentaron echar a empujones, para que se alejaran del carro. Rion y la duende se fueron, queriendo evitar problemas, pero Maia, una vez que uno de aquellos mastodontes le dio un brusco empujón, rodó por el suelo, causándoles gran risa. Maia, que como cazadora lordnord no permitiría que se burlara así de ella rápidamente se levantó del suelo, y sin mediar palabras saltó sobre el esclavista, tumbándolo en el suelo. Este, sin reaccionar siquiera solo atino a intentar cubrirse el rostro cuando le empezó una lluvia de puñetazos. Rion, al ver que el compañero del guardia desenvainaba su arma para ayudar a su camarada y llamaba a grandes gritos a los otros, que ya venían corriendo, rápidamente fue y separó a Maia del esclavista, que yacía en el suelo. Los compañeros de este, cuando llegaron y vieron que ya había terminado todo, envainaron sus armas y levantaron al herido, mientras se burlaban de este, que tenía toda la cara ensangrentada por los golpes recibidos.

Maia, Rion y la duende se alejaron entonces de los carromatos, mientras la duende reprendía a ambos.

-¿Qué son estúpidos o que? ¿Qué no se dan cuenta de que por ese tipo de estupideces y maldito comportamiento pueden terminar muertos? Y no solo ustedes… pudieran llevar a la destrucción de todo el puesto de intercambio, por que Tuska es alguien a quien temer, ¿y ustedes hacen esto?-

Ya oscurecía, y Maia y Rion decidieron que aquella noche irían a cazar, en vez de quedarse en el puesto como siempre a oír las historias contadas por los viajeros, pues ellos llegaron a odiar a los esclavistas, y Tuska les daba nervios, por lo que apenas empezó a caer la noche cogieron sus lanzas y cerbatanas y se perdieron en la selva, cazando.

Ferstich por su parte ni se enteró de esto, y cuando en la noche pidió que Maia y Rion ayudaran en la cena y supo que no estaban empezó a insultar y maldecir a todo el mundo. Entonces, para ser buen anfitrión y a pesar de haber querido evitarlo, también en la cena tendría que estar presente y tratar con Tuska.

-maldición- le dijo a su esposa Alähuna- ese maldito Draak harg me pone la piel de gallina. Y se que algo malo ocurrirá-

Pero a pesar de los presentimientos de Ferstich, nada malo sucedió, a pesar que corrió el alcohol y casi todos quedaron borrachos hasta la inconciencia. Ferstich, con varios Koutjons de su “elixir de la vida” pronto se olvidó de todas sus aprehensiones y cantaba y reía con los esclavistas, completamente ebrios. Alähuna, que no quería ver tal espectáculo fue al bosque, a admirar las estrellas y buscar un poco de paz. A ella, Tuska no le daba mala espina, simplemente le daba asco, por lo que prefería alejarse de todo ello. Cuando ya empezaba a clarear, después de toda una noche de juerga, no quedaba nadie sobrio en el puesto de intercambio.

En eso Tuska se acercó a Ferstich, con paso firme y sin que se notara demasiado ebrio.

Ferstich, completamente Borracho, lo saludó con un brindis y empezó a gritar que

-Que los dioses, o tu dios, o lo que sea en que creas te guarden, Tuska’hidizzha-

Tuska se sonrió, pero con una sonrisa maligna, que congeló el buen ánimo de Ferstich.

-Ferstich, tenemos que hablar de negocios un momento-

Ferstich, asustado por la expresión de Tuska y su tono cordial, completamente falso, se quedó un momento helado.

-pero, pero, pero, no mi buen amigo Tuska’hidizzha, todo lo consumido esta noche va por cuenta de la casa, no te preocupes- dijo, atropelladamente al final.

Tuska siguió con su sonrisa. Cogió a Ferstich y lo guió hacia su carpa, que sus hombres habían levantado antes de la cena. Una vez ahí, hizo sentar a Ferstich en el suelo, en una alfombra, frente a él, que estaba en la misma posición. Disfrutó un momento el terror que le causaba a aquel enorme vanolosé, que a pesar de ser una montaña de músculos temblaba y sudaba, sin saber que le diría él.

Comenzó a hablar con un tono impersonal, de negocios.

-Bueno Ferstich, tu conoces mi negocio, esta no es la primera vez que por aquí paso, aunque hasta ahora en tu cuchitril nunca había hallado nada bueno, fuera de precios exorbitantes.-

Ferstich, a pesar de su miedo, no pudo soportar que hablaran así de su negocio.

-Mire usted, mis precios son siempre justos. Incluso, debido a mi forma de ser los vendo más barato de que lo que debiera, por lo que termino con pérdida-

Pero al ver la expresión de Tuska, se calló inmediatamente, pero de mala gana, con ganas de seguir defendiendo su negocio. Al ver que se calló y volvia a la actitud sumisa de antes, aunque de mala gana, Tuska se puso satisfecho. Intimidar a aquella gente, de aquellas sub especies insignificantes siempre le había sido grato.

-a lo que decía, hasta ahora solo había venido acá por que estabas al paso y por cosas esenciales. Tú sabes, Ferstich, que mi negocio es de productos finos, no cualquier cosa que se encuentre por ahí, por ello me sorprendí por lo que vi que tenías acá.-

Ferstich se extrañó de lo que decía Tuska. Juntando todo su valor, preguntó:

-¿y que fue lo que encontraste en mi puesto de intercambio?-

Tuska rió con su risa metálica.

-Vamos, como que no lo supieras…dos jóvenes lordnord, sanos, firmes y fuertes…y eso te lo puedo asegurar y también uno de mis hombres… pero eso no es tan especial de por sí, sino que además están bien domesticados, algo que pocos pueden lograr con esas criaturas tan indómitas…-

-pero…-

-No se como habrás conseguido a semejante pareja de ejemplares, sobre todo ahora que los Lordnord están más escasos que nunca, que se adentran en el bosque…y los necesito…no es que valgan la gran cosa, pero tal vez pueda vendérselos a algún noble, por que como digo son productos de lujo… Aunque tanto no valen, ¿eh? ¿Qué me dices? Te doy 30 Tareagas por la pareja-

-pero…- tan solo farfulló Ferstich. Tuska le enfureció que Ferstich, a pesar de su

Miedo no aceptara inmediatamente.

-esta bien, maldita sea, 45 Tareagas por los dos- dijo, enfurecido. Creía que Ferstich, por su cobardía, accedería inmediatamente.

-Maldito seas, cabrón, 30 Tareagas por cada uno. Y si no aceptas ese precio-

Desenvainó entonces su alfanje y lo puso frente a la cara de Ferstich.

Ferstich tragó saliva he intentó articular un par de palabras, pero sin lograrlo por un rato, hasta que finalmente dijo.

-n-n-n-no puedo venderlos- Tuska, fuera de si, saltó sobre Ferstich, lo echó a rodar por el suelo y le empezó a propinar patadas en la cara y las costillas. Ferstich se quedó en el suelo, esperando que se detuviera la golpiza. Cuando terminó Tuska, Ferstich prosiguió, balbuciente.

-es que, Tuska, mi buen amigo Tuska’hidizzha, no puedo venderlos, por que no me pertenecen- Tuska lo levantó entonces del suelo por el cuello. Pero al levantarlo, por la altura de Ferstich, este quedaba a mayor altura, y si quería amenazarlo no era lo más idóneo, por lo que lo volvió a empujar, asiendo que Ferstich se tropezara y cayera al suelo.

-¿Cómo que no son tuyos? ¿Entonces como demonios viven contigo en este despreciable lugar?-

-pues, pues, por que trabajan aquí, con un sueldo… ellos son libres.- terminó por decir. Tuska se sereno entonces. Y brillaron sus ojos cetrinos con malicia.

-O sea me estas diciendo que aquellos dos son dos Lordnord salvajes, ¿eh?-

Ferstich se dio cuenta entonces que había hablado más de la cuenta.

-eh, eh, este, no, no se si se puede decir eso…-

-Perfecto. Dos Lordnord salvajes, y yo estoy en pleno derecho por mi empleo de hacer lo que quiera, y se lo que quiero.-

Se levantó entonces y dejó la carpa, cuando ya clareaban las luces del alba. Empezó a gritar órdenes a sus hombres y despertarlos de la borrachera.

-¡Idiotas! ¡Quiero que busquen por todo el puesto de intercambio a dos Lordnord salvajes! ¡Ahora!- les ordenó a sus hombres.

Estos rebuscaron por todo el puesto de intercambio, poniendo todo patas arriba, sin encontrarlos. Cuando le comunicaron esto a Tuska, este lanzó un rugido.

Empezó a maldecir a todo el mundo y fue donde Ferstich.

-¡¡MALDITA BOLA DE CEBO, NO SE COMO PERO LES ADVERTISTE!!-

Después de gritar, ordenó a sus hombres lincharlo. Lo estuvieron golpeando hasta que se les cansaron los brazos.

Pero desde el bosque, alguien había visto la escena de lo que pasaba. Alähuna miraba todo y contuvo sus deseos de ir he intentar ayudar a su esposo. Ella sabía, como el mismo Ferstich, que ante una paliza así lo peor que podían hacer era resistirse, pues de esa manera sacarían las armas. Alähuna entonces decidió partir rápidamente en búsqueda de Rion y Maia, pero se los encontró apenas había caminado un par de pasos.

Llegaban extenuados por la cacería y traían en una parihuela a un jabalí, recién muerto.

-Hola Alähuna- saludo Rion

-Rion, Maia, rápido, tienen que irse de aquí, ahora-

Los hermanos se miraron entonces extrañados.

-¿Qué sucede?¿que paso?-

-Tuska, el muy maldito esta en su búsqueda, y no creo que desista. Rápido, váyanse, todavía esta rabiando en el puesto por no poder haberlos encontrado, pero pronto pondrá a sus batidores en su búsqueda. Váyanse ahora y sepárense, es la única manera que tengan más posibilidades de huir. Huyan, y que sus ancestros los protejan.-

Maia y Rion se consultaron por unos instantes con la mirada. Entonces dejaron caer el jabalí al suelo y sin mediar palabra, se alejaron corriendo, adentrándose en la selva.

Alähuna entonces también partió, después de que se perdieran de su vista, pero en otra dirección con una intención clara.

* * *

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