Incursores Kanovs, Cap 4.Part 3 "Caza"
Su cabeza le daba vueltas, y escuchaba los gritos de una discusión sin poder comprender las voces. Se intentó incorporar, pero estaba mareada. Abrió los ojos, y su vista estaba nublada, pero después de un rato todo empezó a aclararse. Estaba dentro de una especie de cueva o bajo un árbol con forraje muy cerrado, y tenía mucho calor. Se quiso quitar de encima una frazada, pero sus miembros estaban pesados. Finalmente se pudo incorporar del lecho lentamente, y empezó a entender la discusión.
Los gritos, que hasta entonces le parecían incomprensibles, empezaron a cobrar sentido.
-¡Pero como se te ocurre darles esa porquería de destilado!-
-Pero si no es tan fuerte- escuchó que alguien balbuceaba.
-¿Cómo que no es tan fuerte? ¡Tu maldita aguardiente deja tambaleándose a un troll!-
Entonces recordó lo que había pasado y se dio cuenta de que estaba en verdad en el puesto de intercambio, en la cabaña de Ferstich. Su cabeza aún le zumbaba, y entró entonces a la cabaña una mujer Belfa, de pelo castaño y tez clara.
-Abra que ver las brutalidades que hace este las veces que una se va al bosque-
Murmuró para si la belfa. Se sentó entonces junto al lecho de Maia y le dio un cántaro con agua. Maia tenía la boca pastosa y aceptó gustosa el agua.
Entonces ayudó a Maia a sentarse junto a la mesa, saliendo rápidamente y volviendo con Rion, al que también ayudaba.
Una vez que ambos estuvieron sentados en torno a la mesa, les sirvió a cada uno un cuenco de sopa, mientras despotricaba contra su marido, que entro en ese momento. Ella lo amenazó con el puño, en un gesto teatral y exagerado, aunque su enojo era verdadero, aunque exagerado.
-Mira tu que dar de beber de tu veneno en esas cantidades a quienes jamás habían tomado una gota de alcohol-
-bah- se alzó de hombros Ferstich.
Mientras sla esposa de Ferstich los animaba a comer, Rion y Maia tragaban lentamente la sopa, con asco.
-Vamos…¿no quieren acaso sopa de gachas? Es lo mejor para la resaca-
Ferstich dio un bufido.
-Alé, Alé, como que no supieras que lo mejor para la resaca es hacer una pasta de ají y colocar la cabeza sobre una fuente de agua caliente y taparse la cabeza con un paño… y además, tu no sabes que hacer, mira que son Lordnords y no comen sopa de Gachas-
Su mujer le lanzó una mirada feróz. Los hermanos dejaron los cuencos casi llenos, declarándose satisfechos, a pesar de que habían comido todo el pan, y buscaban con la mirada algo más que comer.
Una vez que terminaron de comer y se sentían algo mejor, Ferstich se sentó a la mesa con ellos mientras su señora retiraba los cuencos, un tanto enojada.
Rion y Maia temían que Ferstich les ofreciera otro trago de se destilado, pero en vez de ello, les entregó discretamente, sin que su mujer lo notase, unos trozos de pollo frio, que Rion y Maia comieron ávidamente.
-Bueno chicos, pues tengo que comunicarles un recado que me dejó su madre ayer. Básicamente, es un concejo: Emigren al oeste, a lo profundo del bosque… no se si lo habrán notado, pero los cazadores y esclavistas cada vez pululan más por aquí, gracias al camino que construyeron los Anutkian, que aunque fue una bendición para mi negocio. –dijo, mientras indicaba a su alrededor- trajo aquel problemilla… Aunque no me puedo quejar mucho, que siempre compran buena cantidad de mercancía y siempre estan dispuestos a beber y comer, es cierto que quitaron un tanto violentamente a mis antiguos clientes, pero realmente estos son tiempos de oro para el intercambio...-
Temiendo que no se callara, Maia miró fijamente a Ferstich un momento, que daba una perorata de lo que había vendido ya en el transcurso del año a los nuevos clientes, pero que sus modales dejaban un tanto que desear. Finalmente, Maia preguntó, cortando el discurso de Ferstich, que ya había perdido todo sentido.
-¿Eso es todo el mensaje?¿no tiene otra cosa que nuestra madre quería decirnos?-
-Pues, querida muchacha, es lo que les dijo su madre que les dijera, pero sucede que yo que los conozco desde que eran unos cachorritos insignificantes y son casi una familia para mi, como mis hijos, o sobrinos lejanos, o da lo mismo, les tengo una proposición, ya como digo que son como mi familia: Trabajar en mi humilde puesto, sin tener ninguna amarra, pues aquí siempre son agradecidos un par de brazos adicionales y les serviría para conocer un estilo de vida algo diferente al que están acostumbrados-
Ferstich esperó un momento su respuesta. Rion consultó a Maia con la mirada.
-¿y?-
-pues- repuso Maia- esta bien señor, pero solo por un tiempo, ¿si?-
Ferstich se rió un momento a carcajadas, y luego les dijo:
-No tienen por que decirme señor, basta con tío o Ferstich simplemente.-
Desde ese día, los dos hermanos trabajaron en el puesto de intercambio de Ferstich.
El puesto se encontraba en una colina, que se lograba mantener despejada de la vegetación desbrozando y cortando los árboles y plantas continuamente. En el claro pastaban un par de vacas y ovejas, se encontraba el huerto y el puesto de intercambio como tal, compuesto por la cabaña principal de Ferstich, un claro en el centro donde se hacían los trueques de día y de noche se disponían las mesas y se servía la cena. Además había otras dependencias, dos bodegas idénticas, y una pequeña choza, donde vivía una pareja de duendes contratados por Ferstich, mientras que Rion y Maia vivían dentro de una de las bodegas. Vivian así seis personas en el puesto de intercambio.
A veces, no se veía nadie en una semana en el puesto de intercambio, además de sus habitantes normales, llegando ocasionalmente algún cazador montaraz a cambiar pieles por algo útil, algún buscador de oro en busca de alcohol, pero en otras ocasiones todo el puesto se llenaba, con el paso de una de las caravanas de comerciantes Nutks, que transitaban desde Anutkia a Purpurian y al revés, por el Camino del Bosque, con los que se abastecía Ferstich, y partidas de cazadores y esclavistas, que volvían de sus incursiones.
Rion y Maia fueron empleados por Ferstich para desbrozar y aumentar el claro donde estaba el puesto y hacer leña, lo que ambos hacían afanosamente. También aprendieron a cultivar la tierra, algo que normalmente era desconocido por los Lordnord.
A pesar de ello y la ayuda que prestaban en otras tareas, siempre tenían tiempo para poder salir a cazar y volver con alguna pieza de valor.
Fueron de esa manera muy felices, teniendo ocupados los días y en las noches tenían la oportunidad de escuchar en torno a fogatas las historias de los cazadores, aventureros y comerciantes, relacionadas a reinos y sucesos lejanos, que captaban toda la atención de ambos Lordnord.
Después de un tiempo, la esposa de Ferstich, Alähuna, decidió convertir a Maia en una dama.
-Pero tu estas loca- le dijo Ferstich- Maia es una cazadora Lordnord, orgullosa como todos los suyos de su cultura y respetuosa de las tradiciones, y si bien es una chica curiosa y le interesa aprender, no creo que le interese lo que te dispones a enseñarle.-
Alähuna, amoscada, respondió que Ferstich no sabía nada, y siguió firme en su determinación.
Le intentó enseñar a Maia a vestir como una mujer civilizada y no como – un animal del bosque-. También le intentó enseñar costura y bordado, y a cocinar –algo más que carne semi cruda- como ella decía, pero sus intentos fueron poco fructíferos, debido al escaso interés presentado por Maia.
Finalmente se dio cuenta de que su marido tenía razón, y decidió entonces cejar en sus intentos.
* * *
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