En Casa
Los restos de la nieve de invierno todavía se deslumbraban como manchas blancas dispersas en medio del pasto que recién asomaba. El ganado que había adelgazado notoriamente en el transcurso del invierno intentaba recuperar su antiguo estado, buscando en la tierra congelada algo que comer.
Aquel helado amanecer parecía que iba a dar lugar a un buen día. Las aves, durante la tranquilidad de la mañana, comenzaban su canto matutino…
-¡Pedazo de imbécil! ¡Que te…!¡Pero NO! ¡IDIOTA!
¡que te saques las botas antes de entrar imbécil! ¡Y has algo de provecho
INUTIL! ¡LARGATE!
Karp cerró la puerta de su granja tras de sí de un portazo, mientras se alejaba lo más rápidamente posible, con la cara enrojecida y ambas botas embarradas en las manos. La puerta de la casa se abrió de golpe, saliendo de ella una mujer bajita y regordeta que le arrojó con una fuerza inimaginable para alguien de su tamaño un balde a la cabeza de Karp, que lo logró esquivar casi de casualidad, agachándose en el último instante.
-¡Karp pedazo de imbécil! ¡Lecha a la vaca! ¡Sabia que eras un estúpido pero
esto es el colmo!
Karp recogió el balde del suelo y se fue directo al cobertizo. Su esposa había estado intolerable aquellos días y explotaba al menor motivo. Corrió la tranca del establo y puso un pie en su interior, retirándolo rápidamente lanzando un improperio. Luego arrastro su pie por el pasto, sucio con excremento. Después de asegurarse que estaba limpio se calzo ambas botas y entró al establo, para luego lechar a la vaca. Después de terminar aquella labor volvió a la casa, mientras empezaba a bullir de actividad la granja, con los siervos y esclavos levantándose y partiendo a sus deberes en los campos de cultivo y la granja. En el camino de vuelta se topó con Flick. Un esclavo humano que no pasaba los quince años, con pelo como paja y la cara picada.
-pss, amito, que esta brava la ama, mire que sacarlo de la casa
Krap miro a Flick enfurecido y le ordenó:
-Cállate, y si te escucho otra cosa así te voy a mandar a que me busques un ogro de mascota.
Flick palideció y se calló, para seguir rápidamente su camino.
Karp llegó a la casa y antes de atravesar la puerta se saco las botas cuidadosamente, arrimándolas a la pared, para luego entrar a la casa. Una vez en su interior vio a su mujer regañando a una sirvienta
-¡Inútil! ¿Qué no sabes barrer niña idiota? ¡Barre todo esto de nuevo, y si encuentro esto sin terminar te arranco las orejas! ¡ERES UNA INÚTIL!
Karp decidió sabiamente no molestar a su señora he intentó pasar desapercibido, por lo que se escurrió por la pieza con la espalda pegada a la pared, pero dado su tamaño esto era difícil, pero gracias a que su señora estaba vigilando como la sirvienta barría pudo llegar a la mesa, sintiéndose a salvo, cogió una gran jarra de greda y se sirvió un cuenco de cerveza. Cuando estaba apunto de llevárselo a la boca su señora se dio vuelta bruscamente, mirándolo un instante con reproche y antes de que pudiera tomar aire para gritarle alguien “tocó” la puerta (mas bien prácticamente la hundió, por la fuerza de los golpes).
Karp, viendo la oportunidad de escaparse de la inminente discusión, fue raudo a abrir la puerta y se encontró con Gorck, un Kanov del porte de un ropero con una barba que le llegaba al cinturón. Gorck intentó poner un pie dentro de la casa, pero Karp lo cogió por los hombros y lo arrastró afuera. Cuando consideró que estaban fuera de vista de su señora miró a Gorck y preguntó:
-¿Qué te trae aquí?¿quieres beber una cerveza acaso? Si es eso escogiste el peor
Momento…
-En verdad eso me hubiera gustado, pero es un asunto más serio el que vengo a
Tratar.
Karp pensó aliviado que no venía a tomar una cerveza, pues le quedaba poca y desde que Gorck había acabado sus propias reservas invernales por su “mesurada” forma de tomar se dejaba caer cada cierto tiempo en su granja para salir únicamente con cuatro Koutkons de cerveza en el cuerpo, cuando se fijó que Gorck llevaba puesta su cota de malla y su mejor hacha de combate. Viendo que Gorck pensaba empezar a desvariar y escuchó un grito desde el interior de la casa dijo apresurado:
-Rápido, sin rodeos, que puede llegar a alegar mi señora
Gorck se sintió contrariado por la falta de amabilidad del anfitrión (vamos, ni una miserable cerveza) y por que lo apurara, sin dejarle hablar.
-Bah, tu siempre tan nervioso y apresurado Krap…deberías aprender de mi tío
Bajjdor, que siempre anda relajado por la vida… pero bueno, el punto es que El
Kanov quiere a toda su banda reunida.
-¿Para cuando?
-Esta noche.
-¡¡Pero si casi no hay sombra!! ¡¿Por qué no me avisaste antes?! ¡Tu eres el
maldito encargado de esas cosas!
-pse… ¿pero te estoy avisando, no? Y apúrate que nos tenemos que ir ya.
-bueno, pero ¡Espérame!
Karp corrió rápidamente a su casa, entrando raudo y…
-¡IDIOTAAA! ¡LAS BOTAS!
-pero…pero…perdón, querida, tengo que ir a…
-¡DE JUERGA! ¡A EMBRIAGARTE CON ESE BORRACHO
DESCEREBRADO! ¿O NO? ¿EH?
-vengo a buscar mis armas, El Kano…
-¡OH SI! ¡EL SEÑORITO KARP VA A JUGAR AL SOLDADITO!
Karp decidió no responder, y mientras su mujer continuaba gritando abrió un estante y sacó su casco, cota de malla y machete.
Se calzó el casco y salio rápidamente, todo mientras su mujer continuaba insultándolo a viva voz. Fue al establo, donde encontró a su Kazaak. El dragón de montura lo miro extrañado por la prisa con que intentaba colocar la montura, riendas y paquetes al mismo tiempo, lo que conllevaba que no lograra colocar ninguna. Frustrado, se puso a gruñir, volviendo a intentar hacerlo más lentamente. Una vez que terminó subió al Kazaak y partió a toda velocidad, solo para darse cuenta que Gorck (como siempre) no lo había esperado y ya había partido. Ante esto apuró aún más a su Kazaak, y mientras se alejaba su señora salió de la granja con el puño en alto y gritándole:
-¡SI NO VUELVES ANTES DE LA CENA TE VAS A ARREPENTIR,
KARP HIJO DE HOOK!
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